
Te sueño en la penumbra de la vigilia, en la oscuridad de lo prohibido, en la intimidad de mi deseo, y convierto en cama de flores las sonrisas sinceras que me brindas, sin terminar de comprender lo que pudo haber sido y no fue.
Te tengo sin tenerte, dibujando tu vientre en el mío, como dos mitades de un último grito que se escapa en la noche. Negro sobre negro en el horizonte de mi pasado, con un futuro caprichoso que hace trampas en mi presente.
Te acompaño y te abandono sin que mi cuerpo se haga materia, sin que el aire que respiras viole tu inocencia con esquirlas de sinceridad. Palabras que se lleva el viento, dejándolas morir en abandonado paladar.
Trueque hueco calcinado por una pasión subcutánea, latente bajo el influjo de la adormidera, en un eterno castigo impuesto a mi miedo a la primavera.