martes, octubre 12, 2010

Búscame

Los días se pliegan sobre sí mismos desde que no camino descalza por tus aguas. La ubicuidad del miedo se hace fuerte, impregnando mi cuerpo de un frío ensordecedor y opaco. Me dejo llevar por una rutina de metáforas vacías, rodeada de insolentes carcajadas de perfil plano y ojos secos. Desde que tu imagen ya no se refleja en mi espejo, me he convertido en un amasijo de huesos, un grito callado, sin sentido, sin eco. Vivo en una casa en llamas, ebria de sombras, y persigo tu luz sin hallar el camino.

Inmersa en este laberinto de espirales, perdida entre tantos círculos inconclusos, sólo espero que me muestres el mapa de tus manos, que me muestres, con tu palabra clara, la ruta a seguir.

Necesito cotejar de nuevo las coordenadas del futuro ausente, deshacer los nudos, sortear las piedras del ayer.

Búscame. Reinventemos las reglas del juego.

Envuelve con tu abrazo las marcas que el viaje ha dejado en mi piel. Quiero aprender tu idioma, renovar tus latidos, releer contigo las páginas de viejos libros, darle un nuevo significado a las palabras.

Búscame. Te estoy esperando entre mi huida y mi pasado, incapaz de dar un solo paso, atrapada en una broma macabra que me tiene atada de pies y manos.

martes, octubre 05, 2010

Tiempos difíciles

En tiempos difíciles, las ideas se vuelven masas informes de complejidades que se atascan en la garganta. El pulso se acelera, los nervios se crispan, y las inseguridades y las dudas son el pan de cada día y el desvelo de cada noche.

Faltan los abrazos, las manos amigas, las palabras de aliento. En realidad están ahí, pero tus ojos están ciegos a todo lo que de bueno se te puede ofrecer. Vuelve el recuerdo de los tiempos mejores, y con ellos, la nostalgia. Nostalgia tanto de lo hecho y de lo dicho como de aquello que no se hizo ni se dijo por miedo, por prudencia, por desconocimiento. Y a uno acaba invadiéndolo, sobre todo, el arrepentimiento, el mayor de los obstáculos cuando se quiere mirar hacia adelante.

El hoy no es comprensible ni accesible. Más bien es una consecuencia lógica y merecida por lo que del ayer rescatamos. Pero claro, son tiempos difíciles, y nada bueno somos capaces de traer al aquí y ahora. El mañana ni siquiera se concibe, es como un salto en caída libre y sin paracaídas a un abismo oscuro, una construcción mental a la medida de nuestros pecados.

En tiempos difíciles, uno debería poder dedicarse a hibernar. Dormir el sueño del perdón, ahorrarse la conciencia de culpa y dejarlo todo a los pies de la cama.