martes, octubre 05, 2010

Tiempos difíciles

En tiempos difíciles, las ideas se vuelven masas informes de complejidades que se atascan en la garganta. El pulso se acelera, los nervios se crispan, y las inseguridades y las dudas son el pan de cada día y el desvelo de cada noche.

Faltan los abrazos, las manos amigas, las palabras de aliento. En realidad están ahí, pero tus ojos están ciegos a todo lo que de bueno se te puede ofrecer. Vuelve el recuerdo de los tiempos mejores, y con ellos, la nostalgia. Nostalgia tanto de lo hecho y de lo dicho como de aquello que no se hizo ni se dijo por miedo, por prudencia, por desconocimiento. Y a uno acaba invadiéndolo, sobre todo, el arrepentimiento, el mayor de los obstáculos cuando se quiere mirar hacia adelante.

El hoy no es comprensible ni accesible. Más bien es una consecuencia lógica y merecida por lo que del ayer rescatamos. Pero claro, son tiempos difíciles, y nada bueno somos capaces de traer al aquí y ahora. El mañana ni siquiera se concibe, es como un salto en caída libre y sin paracaídas a un abismo oscuro, una construcción mental a la medida de nuestros pecados.

En tiempos difíciles, uno debería poder dedicarse a hibernar. Dormir el sueño del perdón, ahorrarse la conciencia de culpa y dejarlo todo a los pies de la cama.

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