miércoles, abril 29, 2009

Extrema



Confío al destino mis pasos, sin pararme a pensar en las consecuencias de mi rendición. Delego toda voluntad innata a los designios de la piel, y el camino se va abriendo paso por lugares inhóspitos y miradas vacías. Me abandono a las inclemencias, y actúo de manera mecánica, cediendo a todo y a todos, buscando fluir a través de las manos de otros.

Mi cuerpo ya no opone resistencia, y mi mente duerme cuando yo abro los ojos. Los motivos son los mismos que una vez me llevaron al extremo de la existencia, sin calcular los inconvenientes de una segunda oportunidad. Lo vivo con la misma intensidad y la misma (ausencia de) consciencia.

Pongo el alma por delante y, por segunda vez, confío en lo etéreo, lo mágico, lo inexplicable. Pongo el alma por delante y sin coraza, anhelando llegar, en esta ocasión, a la luz.

lunes, abril 20, 2009

Complicidades

Cóncavas miradas de lechuza en celo
cruzando la frontera de mi mundo.
La noche juega al escondite con la razón
y la copa se convierte en aliada de las manos,
cómplices todas de las ganas de vivir.

Frío que sube desde el suelo
hasta calar mis huesos,
ojos que dan besos
y labios que dan sed.
Agua que no corre y lleva los instintos,
esquinas de tus calles dando sombra al desvelo,
música en silencio,
de frente a la pared...

... y el desorden quebrando penas.

... y las penas que lloré ayer.

Y tú,
y tu mirada,
y tú acariciando mi pelo,
y el consuelo
de un nuevo amanecer...

domingo, abril 12, 2009

Extremos




Tantas confesiones en la memoria, y nunca aprendo. Quizás el error esté en el planteamiento, o en la simplicidad de las mismas. El que quiera entender, que entienda.

Ya no me esfuerzo como antes en maquillar la trama. Me dejo llevar en un solo acto desde el principio hasta el final, intentando apostarme de frente y ante todo, sin ensayar guiones ni compromiso de permanencia en la sala. Si hay que morir, que sea a lo grande.

Y el mundo, mientras tanto, sigue sin comprender que a veces puede ocurrir, que hasta el más pintado pierde batallas. Que nadie está libre de pecado. Que si un día reviento de dolor y de miedo, no será sin haberlo avisado. Y que, aunque no existen culpables, tampoco existen inocentes.