miércoles, abril 29, 2009

Extrema



Confío al destino mis pasos, sin pararme a pensar en las consecuencias de mi rendición. Delego toda voluntad innata a los designios de la piel, y el camino se va abriendo paso por lugares inhóspitos y miradas vacías. Me abandono a las inclemencias, y actúo de manera mecánica, cediendo a todo y a todos, buscando fluir a través de las manos de otros.

Mi cuerpo ya no opone resistencia, y mi mente duerme cuando yo abro los ojos. Los motivos son los mismos que una vez me llevaron al extremo de la existencia, sin calcular los inconvenientes de una segunda oportunidad. Lo vivo con la misma intensidad y la misma (ausencia de) consciencia.

Pongo el alma por delante y, por segunda vez, confío en lo etéreo, lo mágico, lo inexplicable. Pongo el alma por delante y sin coraza, anhelando llegar, en esta ocasión, a la luz.

No hay comentarios: