viernes, octubre 12, 2007

Acentos extraños


La violenta ternura de tus ojos felinos, razón primera de mi agónica locura, alimenta la vida en mi lúgubre cuerpo. La comparación evidente ahoga la luz de mi mirada, que de forma inconsciente, confidente y secreta, conoce la verdad última. Nadie sospecha la sombra de la realidad mostrada, ni siquiera sospecha la futilidad de la máscara. Nada de dudas, nada de preguntas, nada que haga temblar los cimientos de una identidad creada. Nada de verdades, nada de revelaciones, sólo el equilibrio de lo propio y lo ajeno.

Conozco los límites de los cuerpos y la estrechez de la confianza, por eso callo lo que me fue, en silencio, mostrado. Miro y, tras ver, aprieto los dientes para retener la ira.

En la noche, la sinceridad me traspasa los párpados, y la piel se deja llevar por los anhelos. Al despertar, la mirada se torna siniestra, y al volver a cruzarse con la frontera de lo imposible, se esconde en las profundidades del deseo, volviendo a vestirse la máscara de los acentos extraños.