domingo, noviembre 14, 2010

Una inmensidad de deseo habita entre los callejones blancos que recorro tras de ti. En cada esquina, en cada rincón, en cada centímetro de espacio recorrido, voy desangrando mi anhelo, dejando el rastro de un amor inconcluso que quema los últimos barcos de una entrega a destiempo.

Arrastro el lastre de una partida mal jugada, donde las reglas no fueron acordadas, donde cada uno entendió las variables de una manera diferente. Un juego en el no supe, hasta el final, que me estaba convirtiendo en un rival débil, inseguro, oscuro y mentiroso. Un juego en el que, irremediablemente, he terminado perdiendo.

lunes, noviembre 08, 2010

Alimento a fieras
de mandíbula en celo.
Su lascivia corrosiva
penetra en mis huesos
ahuecando mi existencia.
Dejo mis impulsos
a su merced.

Carcoma.
Destrucción.

La lucidez del muñeco inerte
se apodera de mis manos,
y obedezco sin resistencia
a sus preceptos.

Indiferencia calculada
a golpe de
abandonos.

No me opongo
a su violencia.
Mas bien,
cierro los ojos,
aprieto los dientes,
y cedo
a sus pasos
en mi embriaguez
de anhelos.

domingo, noviembre 07, 2010

Libera la presión
que te mantiene
mirando el suelo.

Desafía a la noche.

Camina sobre los cristales
rotos
de viejos pecados.

Evita la piel
de cuerpos sin vida,
hunde en tus ojos
toda la mentira
de la que seas capaz,
y aprende a no hablar
más de la cuenta
en calles oscuras.

Tarde o temprano,
algún desconocido
romperá tu silencio,
y entonces
será tarde,
demasiado tarde,
para volver atrás,
a casa,
con el cuerpo intacto.

Y,
sobre todo,
aprende,
mejor antes que después,
que nadie,
absolutamente nadie,
ofrece su alma al diablo
a cambio de nada.

martes, octubre 12, 2010

Búscame

Los días se pliegan sobre sí mismos desde que no camino descalza por tus aguas. La ubicuidad del miedo se hace fuerte, impregnando mi cuerpo de un frío ensordecedor y opaco. Me dejo llevar por una rutina de metáforas vacías, rodeada de insolentes carcajadas de perfil plano y ojos secos. Desde que tu imagen ya no se refleja en mi espejo, me he convertido en un amasijo de huesos, un grito callado, sin sentido, sin eco. Vivo en una casa en llamas, ebria de sombras, y persigo tu luz sin hallar el camino.

Inmersa en este laberinto de espirales, perdida entre tantos círculos inconclusos, sólo espero que me muestres el mapa de tus manos, que me muestres, con tu palabra clara, la ruta a seguir.

Necesito cotejar de nuevo las coordenadas del futuro ausente, deshacer los nudos, sortear las piedras del ayer.

Búscame. Reinventemos las reglas del juego.

Envuelve con tu abrazo las marcas que el viaje ha dejado en mi piel. Quiero aprender tu idioma, renovar tus latidos, releer contigo las páginas de viejos libros, darle un nuevo significado a las palabras.

Búscame. Te estoy esperando entre mi huida y mi pasado, incapaz de dar un solo paso, atrapada en una broma macabra que me tiene atada de pies y manos.

martes, octubre 05, 2010

Tiempos difíciles

En tiempos difíciles, las ideas se vuelven masas informes de complejidades que se atascan en la garganta. El pulso se acelera, los nervios se crispan, y las inseguridades y las dudas son el pan de cada día y el desvelo de cada noche.

Faltan los abrazos, las manos amigas, las palabras de aliento. En realidad están ahí, pero tus ojos están ciegos a todo lo que de bueno se te puede ofrecer. Vuelve el recuerdo de los tiempos mejores, y con ellos, la nostalgia. Nostalgia tanto de lo hecho y de lo dicho como de aquello que no se hizo ni se dijo por miedo, por prudencia, por desconocimiento. Y a uno acaba invadiéndolo, sobre todo, el arrepentimiento, el mayor de los obstáculos cuando se quiere mirar hacia adelante.

El hoy no es comprensible ni accesible. Más bien es una consecuencia lógica y merecida por lo que del ayer rescatamos. Pero claro, son tiempos difíciles, y nada bueno somos capaces de traer al aquí y ahora. El mañana ni siquiera se concibe, es como un salto en caída libre y sin paracaídas a un abismo oscuro, una construcción mental a la medida de nuestros pecados.

En tiempos difíciles, uno debería poder dedicarse a hibernar. Dormir el sueño del perdón, ahorrarse la conciencia de culpa y dejarlo todo a los pies de la cama.

martes, septiembre 21, 2010

Dudo

Mido las distancias.
Releo en los mapas de mis manos
los rincones en los que guardo
mis secretos.

Sopeso cada paso,
cada palabra,
cada caricia,
intentando no caer
en los mismos pasillos
que poblaron
mis pesadillas.

Y hoy dudo
de que el amor
sea la energía
más poderosa del universo.

martes, mayo 11, 2010

Al final

Ahora que todo ha terminado, siento la necesidad de soltar lastre y deshacerme de todo lo que me recuerda a ti. Es una pena que tu imagen, esa que sigue escondida entre mis versos, se haya convertido en este dolor que siento en el pecho y que no me deja respirar.

Muy a mi pesar, ya nada es lo mismo. Me dejé llevar sin calcular los posibles contratiempos, y creí hacer lo correcto al envolverme de ti. Te instalé en mi piel, en mis ojos, en mis manos. Guardé el olor de tu pelo bajo mi almohada, alargando las noches en que bebí de tu boca. Te convertí en mis mañanas y en mis sueños. Te tenía entre mis sábanas, incluso cuando ya estabas lejos. Creé para ti y para mí un mundo perfecto, limpio de sombras y mentiras.

Pero la realidad siempre termina por aparecer, y en mí lo ha hecho con toda la crueldad que ha sido capaz de demostrar. Todos los sueños se desvanecen al despertar, y el mío no iba a ser menos.

He de volver a ese punto de mi vida en que aún no existías. He de arrancarte de mí, borrarte de mi mundo para volver a mirarme al espejo sin sentirme invisible. Debo dejar de desearte, de buscarte, de anhelarte. Tengo que conseguir que desaparezcas de cada esquina de esta ciudad que me ahoga, y volver a buscar en otros ojos, en otras manos, el calor que me sigue faltando.

Por eso, ahora que todo ha terminado, te pido que me ayudes a olvidarte. No vuelvas, no me busques, no me nombres. Guárdate el cariño junto a los poemas que te escribí y tíralos bien lejos, donde puedan morir en paz junto a mis lágrimas. Por mi parte, te dejo todo el amor que acuné para ti, para que lo tengas bien cerca cuando te sientas solo, y recuerdes que, una vez, para alguien, fuiste el centro del universo.

martes, marzo 30, 2010

A orillas de tu playa, reconstruyo mis castillos de arena una y otra vez. Me aferro a la luz de tus ojos sin querer ver lo caduco de la magia, la ingravidez de lo pasajero. Fue y ya no es, y yo no sé vivir sin extañarte.


Caminas ajeno a lo que en mí late. Distingues, cada día, mil y un rostros, sin llegar a definir el perfil del que me pertenece, siempre a la diestra de tu sombra. Estoy aquí, escondida, susurrándote con cada latido de mi pecho todo lo que soy capaz de amar.


El destino jugó sus cartas, y no fui capaz de defender las mías. Así fue y así empecé a rendirme. No hubo batalla ni emboscada, sólo una rápida huída, una decisión apremiante que maldijo las confusas coordenadas.


Yo no sé vivir sin extrañarte, te decía, y quizás debiera silenciarlo, pero la noche me libera de las cadenas que retienen las vergûenzas, y a estas horas, con esta luna, me siento con el coraje suficiente para inmolar las últimas fuerzas que me quedan.

sábado, enero 30, 2010

Amanecer

La luz entra limpia por la ventana
calentando mi cuerpo suavemente.

Sonrío en un gesto inconsciente,
ligera,
en paz,
sintiendo cómo el viento acaricia mi rostro.

Abro los ojos lentamente,
tratando de mirar de frente al sol.

Su inmensidad entrecierra mi mirada
en dos lunas menguantes,
que vuelven a ocultarse
impregnadas de claridad.

Amanece.

El mundo sigue girando,
frenético,
pero todo se ha parado en mi habitación.

Las sábanas aún duermen,
las paredes silencian mis sueños, cómplices,
y la gata, a mis pies,
se despereza en un movimiento flemático,
perezoso,
desplegando abiertamente
toda la parsimonia de la que es capaz
su pequeño cuerpo.

Amanece,
y cada poro de mi piel
respira el nuevo génesis.