Alimento a fieras
de mandíbula en celo.
Su lascivia corrosiva
penetra en mis huesos
ahuecando mi existencia.
Dejo mis impulsos
a su merced.
Carcoma.
Destrucción.
La lucidez del muñeco inerte
se apodera de mis manos,
y obedezco sin resistencia
a sus preceptos.
Indiferencia calculada
a golpe de
abandonos.
No me opongo
a su violencia.
Mas bien,
cierro los ojos,
aprieto los dientes,
y cedo
a sus pasos
en mi embriaguez
de anhelos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario