domingo, octubre 22, 2006

Te miro desde la certeza de lo imposible, despierta en la noche eterna que no amanece, alimentando con besos que guardo en mis ojos a las flores de loto de mi secreto.

Te sueño en la penumbra de la vigilia, en la oscuridad de lo prohibido, en la intimidad de mi deseo, y convierto en cama de flores las sonrisas sinceras que me brindas, sin terminar de comprender lo que pudo haber sido y no fue.

Te tengo sin tenerte, dibujando tu vientre en el mío, como dos mitades de un último grito que se escapa en la noche. Negro sobre negro en el horizonte de mi pasado, con un futuro caprichoso que hace trampas en mi presente.

Te acompaño y te abandono sin que mi cuerpo se haga materia, sin que el aire que respiras viole tu inocencia con esquirlas de sinceridad. Palabras que se lleva el viento, dejándolas morir en abandonado paladar.

Trueque hueco calcinado por una pasión subcutánea, latente bajo el influjo de la adormidera, en un eterno castigo impuesto a mi miedo a la primavera.

2 comentarios:

Das confabula dijo...

A veces los miedos retro-alimentan a quienes te ven, a veces esos miedos confunden y generan más miedos... La primavera duele, la primavera hiere, las palabras curan, y las tuyas, en este caso, son bálsamo...

limakaliente dijo...

Idem