sábado, noviembre 24, 2007

Anatemas



Y si flagelara al mundo hasta que me confesara la verdad,
y si lo obligara a entregarme el secreto,
¿realmente saciaría este espíritu inquieto y decadente que sobrevive de la ira más vieja del mundo?

El deambular sonámbula por esta noche eterna me ofrece la visión más diáfana de lo ajeno, recayendo una sombra infinita sobre mí misma. En la delgada línea de un acantilado, cuyo fondo ni siquiera se imagina, ando de puntillas dudando entre seguir adelante o buscar la profundidad de lo incierto, probar a dejarme acunar, como Alicia cayendo por el agujero, dejando libre mis latidos a cambio de un segundo de cordura.






1 comentario:

Pedro Chincoa dijo...

Como flecha lanzada hacia los confines de la noche, el espíritu buscaba un exilio en el eterno retorno.
Un saludo.