
En la noche,
la incertidumbre se me escapa por los ojos.
Mi mirada,
triste y sombría,
se vuelve máscara de risas inquebrantable
en el día,
fingiendo, escapando,
anhelando ser y sentir
lo que no soy ni siento.
Cuántas horas al día
recuerdo e imagino
lo que nunca fue ni será…
Conspiro contra mí misma
en un juego peligroso
en el que,
inevitablemente,
seré yo la única perdedora.
Me culpo y me castigo
por esperar,
por añorar,
sin conocer el remedio
que me traiga,
al fin,
el olvido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario